DISTOPÍA: SER PADRES EN TIEMPOS MODERNOS


Hablar de la familia en la posmodernidad es una tarea que merece un análisis profundo, para no recaer en tecnicismos moldeados por la cultura mediática, que coartan las expectativas que se tienen del concepto de la funcionalidad de una.

En un mundo que se encuentra en constante cambio, se hace necesario adaptarse a las nuevas maneras de coexistir como un mecanismo de supervivencia, ceñidos al pensamiento Darwiniano donde es preciso acomodarse al medio circundante para sobrevivir. De la misma manera en que perdura el más fuerte y aquellos que no logren adecuarse a los cambios evolutivos simplemente pierden la esperanza de perpetuar su linaje genético a las futuras generaciones.

En este afán de cohesionarse con las actuales pautas de crianza se ven sumergidos en una serie de dualismos incongruentes, como en una especie de encrucijada con múltiples caminos, sin tener la certeza de cuál los guiara por el camino correcto en su rol de “buenos padres”. Inmersos en un estado que desahucia a los padres y funciona como ente incapacitador de las habilidades cognitivas de los progenitores. Convertirse en un padre ejemplar en pro de la crianza de la descendencia es una tarea cada vez más difícil. En tiempos donde conservar los rituales de nuestros ancestros en cuanto a la crianza de hijos se refiere, es visto como un acto desprovisto de todo sentido. Que engendra ciudadanos inseguros. A su vez, el conductismo rechaza el “instinto maternal”, desmitificando las tradiciones y las formulas caseras que eran enseñadas de generación en generación.

Además, si se tiene en cuenta la cantidad de manuales especialistas que enseñan a ser “buenos padres”, donde los individuos siguen paso a paso cada una de sus recomendaciones. Cual, leyes de vida. Es en este proceder donde se destruyó la confianza de los padres en su capacidad de desempeñar hasta las funciones más básicas. Haciéndose necesario obtener una maestría en paternidad para poder librar hasta las tareas más elementales del proceso de crianza. Siendo socavado los sentimientos maternos y todas aquellas expresiones espontáneas inherentes al hecho de ser mujer y por ende madre. Este sentir extirpado, alienado, reprimido hace que la madre genere sentimientos de torpeza, inseguridad, titubeo que la llevan siempre a revisar el manual o a pedir consejos de su actuar a externos. Todo esto con la firme convicción de no generar “hijos trastornados” que no le sirvan a la sociedad.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta entonces ¿Cuál es la manera correcta de criar a los hijos? Si a todo esto le sumamos la industria publicitaria que en cada parpadeo está diciendo como se debe alimentar, vestir, educar, moldear a los hijos y está llevando a los padres al consumo compulsivo de todo este espectáculo artificial, entorno a la utopía de que los niños crecerán “sanos y fuertes”, ligado a su vez a las inseguridades, miedos y temores ya previamente incorporados en el subconsciente colectivo, nos dan la presa lista, con sed insaciable de consumir. Haciéndolo el conejillo de indias perfecto para tan macabro plan. Perdiendo a su vez toda autonomía e identidad. Cual marionetas sirven de comodín en el espectáculo de “ser padres”.

Sofismas van y sofismas vienen por doquier monopolizando el ideal de la paternidad, alienando de este modo todo pensamiento propio destinado a la práctica de ser padres. Siendo el estado y los medios de comunicación los lideres enajenados en el control social, a través de la emancipación de las técnicas y metodologías, que los llevaran al camino correcto en el ejercicio reproductivo de la preservación de la especie que los guiara a ser “buenos padres”.

Esclavizados, humillados, oprimidos y subyugados de este modo los pensamientos, acciones, impulsos intuitivos, seguridades, amor propio de los padres. Se hace casi que imposible hablar de familia y de las pautas de crianza en la actualidad. Lo cual hace que el ideal inicial de la utopía de ser “buenos padres” se transforme en una distopía. Ocasionando divergencias en los conceptos de lo que está bien y mal en la crianza de los hijos. Siendo relegados los cuidados básicos de los hijos al estado, por creerse a los padres incompetentes para tal fin. Haciendo muy difícil la conformación de familias funcionales, con hogares donde el amor sea la base de la perpetuación de la especie.

L.A.





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